Es de gran importancia que los adultos en la familia reconozcan las posibles reacciones que estos puedan tener y no nieguen su expresión, ya que esto sólo prolongará el proceso de sanación del niño. Es crucial que los adultos acompañen al niño en este proceso y estén familiarizados con las emociones y comportamientos típicos de aquellos que están de duelo.
Aunque cada persona tiene una forma única de reaccionar ante la muerte como ya hemos comentado en nuestra anterior publicación sobre la superación del duelo y sus fases, en el artículo de esta semana te ayudaremos a identificar las etapas habituales en el proceso de duelo en niños.
Esta puede llegar a ser una de las reacciones más complicadas de identificar.
Los niños que tienen esta reacción suelen actuar como si la noticia del fallecimiento de este ser querido fuera tan solo un sueño o algo imaginario. Como durante las primeras semanas se hallan en estado de shock al recibir esta triste noticia, comienzan a negar la realidad porque para ellos es más sencillo sobrellevar la situación de esta manera.
Ante esta reacción, los adultos no deben alarmarse, pues es normal que en un principio los niños actúen así. Conforme vaya pasando el tiempo, lo más común suele ser que comiencen a darse cuenta de que la noticia es verdadera y comiencen a tener dudas o hacer preguntas al respecto. Es por ello que, pese a que puede ser un tema difícil de explicar y tratar, los adultos deberán mantener la calma y tratar de responder a sus preguntas de manera sincera y comprensiva.
Muchos niños a la hora de mostrar su dolor lo hacen mediante conductas o acciones a través de las que puedan exteriorizar sus emociones.
La sensación de impotencia en los niños a veces es algo nuevo para ellos y no saben canalizarla ni qué significa exactamente. Es por ello, que es habitual que recurran a una expresión de su estado emocional ya conocida, como puede ser el enfado.
En la mayoría de las ocasiones, cuando un niño reacciona con enfado ante la noticia de la defunción de un ser querido, suele ser porque quiere llamar la atención de sus padres o familiares al notar una especie de sensación de abandono por el ser querido fallecido, o incluso porque se siente culpable de la situación.
Esta es una de las reacciones más comunes del ser humano, pues es algo inherente en todos. Cuando no sabemos cómo sentirnos o reaccionar ante algo, tendemos a enfadarnos inmediatamente antes de reflexionar sobre ello. Por tanto, si un niño pequeño reacciona de esta manera, lo mejor será tratar de ser comprensivos y prestarle atención cuando lo necesite.
En caso de que el niño sea algo mayor, acercándose a la adolescencia, esta reacción suele ir acompañada de comportamientos negativos o destructivos, por lo que habrá que prestar mayor atención y buscar ayuda profesional o especializada cuando veamos que no es una situación que podamos manejar nosotros solos; todo con el fin de evitar prácticas como abuso de sustancias o actividades de riesgo para el menor.
Es habitual que, durante su infancia, un niño crea que existe la magia o que él tiene poderes mágicos, lo que puede derivar en que piense que él ha provocado el fallecimiento de una persona.
Los niños pueden llegar a sentir culpa frente a la muerte de un ser querido por haber tenido malos pensamientos en el pasado sobre él. Este sentimiento de culpa pueden expresarlo exteriormente a través de comportamientos agresivos o pueden llevarlo internamente sin exteriorizar el sentimiento de culpa que sienten por lo sucedido. Es decir, conciben la situación como un castigo hacia un comportamiento o pensamiento del pasado, por lo que tratan de imaginar alternativas que podrían haber llevado a cabo para evitar esta pérdida. Además, incluso pueden comenzar a portarse mejor para que su familiar vuelva con ellos.
En definitiva, es un momento muy confuso para un niño. Por lo tanto, será crucial hablar con ellos y aclararles que no hay nada que ellos hayan hecho para atraer esa situación.
La pérdida de un ser querido puede resultar una experiencia muy triste para los más pequeños.
Una vez pasado un tiempo, conforme los niños van aceptando poco a poco la pérdida de su ser querido, los sentimientos de tristeza pueden ir en aumento, al ser un momento en el que el niño comienza a comprender que esa persona no va a regresar.
Puede que a raíz de esta tristeza comiencen a tener problemas como dificultad para dormir, falta de energía o de ganas de jugar o hablar, incluso dolores de cabeza o estómago.
Una vez llegados a este punto, es probable que también comiencen a reflexionar sobre su propia vida y el fallecimiento de sus familiares más cercanos, lo cual puede llevar al niño a un estado de ansiedad al ser algo nuevo y desconocido para él.
Ante esta reacción, los adultos deben permitir que lloren para que liberen sus emociones de esta manera y tratar de hacerles comprender que no es algo de lo que deben preocuparse en esos momentos.
Cuando el niño ya ha comprendido que él no tenido ninguna influencia en esta pérdida, comienza su etapa de aceptación.
En esta etapa el niño reorganiza poco a poco su mente y comienza a adaptarse de nuevo a su vida cotidiana sin la presencia de este ser querido. Esto no significa que sea una etapa positiva en la que todo vaya a ir como los adultos desean, sino que, como cualquier persona, el niño tendrá recaídas y pensamientos propios del duelo, aunque no tan a menudo como anteriormente.
En resumen, cuando los niños pasan por un duelo, es común que muestren diferentes reacciones emocionales y físicas. Será importante recordar que cada superación del duelo es única y personal, por lo que los padres deben estar presentes para acompañar al niño sin imponerles un límite de tiempo para superarlo.
Es fundamental que los adultos no hagan sentir a los niños avergonzados por sentir ciertas emociones, sino que les brinden apoyo para que puedan canalizar su dolor sin sentir culpa ni miedo.
Esperamos haberte ayudado a comprender las reacciones de los más pequeños ante una pérdida. En caso de tener cualquier duda, puedes ponerte en contacto con nosotros, ¡estaremos encantados de ayudarte!